miércoles, 24 de junio de 2009

Nacido el 14 de septiembre de 1968 en Malabrigo, Santa Fe, surgió de las inferiores de Platense y fue uno de esos tantos jugadores que demostraron que en ningún sitio se puede estar mejor que en la propia casa.
Puntero izquierdo veloz, desbordante, con picardía y sobre todo gol, compartió una interesante y recordada (al menos en Vicente López) delantera calamar con Darío Scotto a fines de los ’80 ilusionando a más de uno, por lo que el doctor Bidón lo estuvo sondeando para un par de amistosos de la selección nacional, antes de que comenzara a brindar con gatorei (?).
Sus buenas actuaciones lograron que en dos temporadas diera el salto y fichara en el River Plate que dirigía Daniel Passarella para la temporada 1991/02 donde el frente de ataque era casi exclusivamente del ‘pelado’ Ramón Díaz y del 'mencho' Medina Bello.
Pese a ganar el Apertura 91, sin muchas oportunidades que digamos con el Kaiser, luego de ocho partidos en los que convirtió un solo gol, mudó su blonda cabellera para el Jardín de la República y se sumó a préstamo en San Martín que recién llegaba a la Primera División.
En Tucumán logró mayor continuidad –disputó 21 encuentros en total aunque muchos saltando desde el banco de suplentes- pero no logró aumentar su capacidad goleadora; solo dos conquistas. Con la despedida de la máxima categoría del Santo, volvió por primera pero no única vez a Platense para la 1993/04.
Allí volvió a demostrar las cualidades de goleador, esta vez formando un trío interesante con Marcelo Espina y Diego Bustos, sumando ocho tantos en el Apertura 1993 (quedó detrás solo del ‘Manteca’ Martínez que finalizó con 12) y otros ocho en el Clausura 2004 –detrás de Hernán Crespo y su compañero Espina, ambos con 11- donde lograron un meritorio sexto lugar en la tabla.
Este poder de gol logró que el Toluca mexicano se fijara en él y se lo llevara de forma definitiva para la temporada 1994/95 donde le dieron la responsabilidad (?) de lucir la 10 en la espalda. ¿Eso fue premonición de buen fútbol? No tanto, en la tierra del tequila y los mariachis no pudo repetir esas performances y en los 21 encuentros que jugó (15 de titular) únicamente marcó 2 goles.
Como en el Norte no se chupan el dedo, el ‘Ruso’ se tuvo que volver al país a buscar club y en el Clausura 1995 lució la granate de Lanús, donde jugó poco y nada (14 partidos sin goles), eclipsado esta vez por delanteros de la talla del ‘Tero’ Fernando Di Carlo, Claudio Enría y el ‘Chupa’ Ariel López.
Sabiendo que en México no lo esperaban con los brazos abiertos, firmó a préstamo en el Deportivo Español donde sus estadísticas aún son más pobres; solo ocho partidos en el Apertura 1996 y como se puede ver en el foro Pasión Gallega lo recuerdan con poco cariño: “Nunca se entendió a que quiso jugar, su entrega dentro del campo de juego nunca se la pudo notar. Durante su paso y también en las ocasiones que le toco vestir la camiseta de un equipo rival y enfrentarse al Deportivo, fue tremendamente insultado por la hinchada gallega, que nunca se va a cansar de repudiar su estadía en el Bajo Flores
En 1997, la Unión Española de Chile festejaba el año de su centenario y en una ceremonia, a la que fueron ocho mil personas, se pudo ver a los refuerzos extranjeros bajar desde un helicóptero, entre los que estaba la saeta rubia de Malabrigo.
Como ocurrió con el resto de las incorporaciones (Héctor Morán, Enzo Azambuja y José María Castro), el paso por el fútbol trasandino de Claudio Spontón fue un fisco y no pudo destacarse ni en el peor equipo de la Unión en su historia, con descenso a segunda incluido.
Ya con el pase en su poder como gentileza de los mexicanos, en la temporada 1997/98, Claudio volvió a los pagos para demostrar que no hay dos sin tres, convencido de que no iba a entregar el marrón (?).
Con compañeros como Lenguita, Mandrini y el ‘perro’ Arbarello, entre otros, la excursión no podía terminar de otra manera que con un descenso calamar en la 1998/99, pese a los once tantos que marcó –dos de ellos en una gran noche que tuvo ante Boca Juniors- despidiéndose esta vez definitivamente de los colores que lo vieron nacer, totalizando en sus tres etapas 162 partidos y 32 goles.
Ya sabiendo que no le daba para seguir en la máxima categoría, en la 1999/00 firmó con Gimnasia y Tiro de Salta (totalizó catorce encuentros y cinco goles) donde compartió vestuario con Riggio, Bonnet, Saldaño y el eterno Lorenzo Frutos al que recuerdo ya que su único gol de la temporada en sus 21 partidos se lo metió nada menos que a Olimpo en la primera fecha de esa Nacional B.
En el encuentro de vuelta, disputado en Bahía Blanca, Claudio Spontón la descosió y en una contra marcó un golazo en lo que luego fue un empate 1 a 1 (gol de Bazán Vera casi sobre el final).
Luego de seis meses en los que con Alianza Lima de Perú disputó la Copa Libertadores 2000 y tuvo una pobre actuación en la liga peruana (arañó un quinto puesto), llegó el momento de volver al país.
Quizás esa noche en que visitó Bahía Blanca con el albo salteño y el buen nivel general que mostró en la temporada anterior abrieron los ojos de Eduardo Grispo y los dirigentes y por eso Olimpo se lo llevó para la 2000/01. Sin embargo, las cosas no empezaron bien ya que en Perú tuvo una grave lesión en su rodilla mal intervenida que casi lo deja afuera del aurinegro pero Jorge Ledo le respetó la palabra, acto que fue agradecido por el delantero en los medios.

Con apenas catorce encuentros jugados, muchos de ellos ingresando como suplente, sólo logró anotar ante Atlético Tucumán de tiro libre en la 8 fecha cuando ingresó por Gonzalo Gil (FOTO) y otra vez ante Almirante Brown de Arrecifes en la 15ª jornada cuando reemplazó a Diego Pais.
Si bien promediando la temporada se especulaba con que se podía llegar a desvincularse y en medio del tire y afloje, en la derrota ante San Martín de San Juan por la 22ª fecha, sus compañeros tenían debajo de sus camisetas una remera que rezaba "Spontón, los 18 estamos con vos" y trascendió que al delantero se le adeudaban tres meses de sueldo más el aguinaldo. Finalmente, Olimpo cerró la temporada con apenas 32 puntos, muy pocos para la expectativa que se había generado.
Por pedido de Carlos Compagnucci, Instituto de Córdoba fue su siguiente destino para la 2002/03. Ya con poco que dar dentro de las canchas, en 2003 formó parte del proyecto de Acassuso que para pelear el Torneo Apertura de la Primera C sumaba tipos con experiencia en Primera como el ‘gordo’ Jorge Cordon y Carlos Andersen, todo bajo la dirección técnica de un ex compañero suyo, Pablito Erbin quien luego fuera preparador físico del equipo La Ellerstina de polo (eviten hacer asociaciones obvias).
Cuando lo mejor parecía ser colgar definitivamente los botines, el bichito le picó otra vez y en 2004 se sumó a Estudiantes de Río Cuarto, que era conducido por el ex jugador Guillermo Guendulain, para disputar el Argentino B.
En noviembre del 2004 estuvo en el partido despedida de Marcelo Espina, que se disputó bajo una torrencial lluvia que no impidió que el Colo Colo derrotara por 6-1 a Platense, cuyo único gol fue, sí, de Claudio Spontón. Ahí, con 35 años a cuestas, le puso punto final a su carrera como jugador y se sumó al cuerpo de Espina (hicieron buenas migas en el calamar) con quien estuvo en Colo Colo en 2005, Everton de Viña del Mar en 2006 y Unión Española, todos de Chile, en la 2007/08.

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